Facebook

Sobre el Té Negro de Adviento

por | Relax

Muchos años después no era para mi el otoño más que el recuerdo del lluvioso día que al volver a casa de mi madre, tras los estragos del viaje, me acompañó del brazo a la dispuesta mesa en la cocina sobre la que humeaba un puchero recién salido de la lumbre de carbón.

Sentado en la silla que siempre usó mi padre me acercó el plato que llenó con dos cucharones del potaje. Las patatas se acomodaron alrededor de los alcauciles y los trocitos de bacalao bailaron brevemente junto con las acelgas y la berenjena.

El aroma del comino y el pimentón me trajo la imagen de mi padre comiendo en silencio (“nunca hablo cuando como”, decía seriamente para zanjar toda conversación en ese momento).

Repuesto del cansancio con aquel plato, con complaciente mirada, mi madre me propuso que bebiera, en contra de mi costumbre, una taza de té negro de una pequeña tienda, y que llaman Té de Adviento.

Té de Adviento NamasTé Promoción 2022

Primero dije que no; pero luego, sin saber por qué, me desdije. Alcanzó mi madre de la alacena una caja de cartón con cosquillas, blancas y regordetas, y que llaman roscos de anís.

Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de los que habrían de venir, me llevé a los labios un sorbo de té. Pero en el mismo instante me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior.

Un placer delicioso de canela, almendra y anís me invadió, me aisló del aquella cocina, sin clara idea de lo que lo causaba.

Con el té los pesares de la vida se tornaron indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que libera el amor, llenándose toda la estancia y mis sentidos de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa reminiscencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo.

Promoción Té negro de Adviento

Dejé de sentirme agotado, pasajero y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte y evocadora? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y de la rosquilla, pero le superaba en mucho ¿De dónde venía y qué significaba? Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos.

Ya es hora de pararse, parece que la emoción va aminorándose.

Ya se ve claro que la verdad que yo busco no está en él, sino en mí. La oscura y caliente bebida la despertó en mi olfato y lo único que puede hacer es repetirla indefinidamente, pero cada vez con menos intensidad, ese destello que no sé interpretar y que quiero volver a pedirle dentro de un instante. Dejo la taza y me vuelvo hacia lo que ha sido mi vida.

Grave incertidumbre esta, cuando el recuerdo no aclara por dónde he de buscar lo que hasta ahora solo he querido olvidar. ¿Buscar?

 

(Que el dios de las magdalenas me perdone)

Invita a un té a un amigo